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1 Estando en cuerpo humano, con disfraz, o sin disfraz, sigo siendo yo. La diferencia estriba en que ese disfraz, en tu caso, es el de hombre. Ese cuerpo humano es materia biológica, materia viva, donde la materia viva se convierte en un ser vivo.
2 Del átomo nace la molécula y de la molécula la célula, creando así un ser vivo. Así se forma un cuerpo biológico, digamos hombre ó mujer.
3 Este cuerpo humano es regido por las leyes de la materia—llamándose geometría y matemáticas. Y el alma, al habitar en un cuerpo físico, tiene que dejarse llevar por esas leyes.
4 Por estar en el cuerpo, uno se debe a ese cuerpo. Por eso se dice que el cuerpo es el templo del alma. Es uno quien tiene que cuidar de ese cuerpo. No es que ese cuerpo tiene que cuidar al alma, alegando: “Mientras yo esté vivo, le doy vida al alma”. No.
5 Esta es una etapa en donde uno se identifica con el cuerpo, pero sabes y debes recordar que no eres el cuerpo. Ese cuerpo es uno mecánico, biológico, cual trabaja por medio de sus sensores—los sentidos.
6 Estos sensores habitan en el cuerpo. A través de ellos el cuerpo responde mediante su mecanismo de auto-protección, trabajando a ese nivel de conciencia en donde la materia vive.
7 Así mismo se materializa lo que es el ideal de cada ser humano, sin entender tan siquiera que todo esto es meramente una ilusión—creación— algo con lo que uno se ha identificado estando interconectado con el resto de la humanidad.
8 Imagina cada uno haciendo esto mismo. Por eso hay tanto infortunio, tropiezos, toda esa negatividad—almas chocando entre sí: Unos se identifican con el otro, mientras otros se repelen entre sí, unos yendo en una dirección mientras otros trazan otro rumbo.
9 Ahí es cuando entran las interconexiones y tropiezos—que es en lo que la humanidad se enfoca. Cuando alguien hace algo bueno, nadie lo vé, pero cuando alguien hace algo indebido, todos lo señalan, porque lo sienten, les duele, les molesta: Ese es el desbalance.
10 Pero cuando a uno se le dice: “Que bueno que hiciste esto y lo otro”, ahí es cuando uno se pierde—porque eso ‘bién hecho’ no hay ni que recalcarse. Porque lo “bueno” o el “bien” que uno hace, eso que otros no ven, cuando no eres reconocido y otros lo pasan por desapercibido, ese es el punto neutro—donde existe la real paz.
11 Es cuando tu haces ó actúas, y prefieres que no te vean, para tú poder estar en paz y no estar distraído por el alago u orgullo en tí, en donde necesitas sentir el reconocimiento.
12 Eso te saca de tu centro, te entretiene, mientras tu centro debe ser tu habilidad para hacer las cosas, pasar por desapercibido y que tengas la paz que te brinda el balance en el alma. Esto es lo que todos estamos buscando y no sabemos ni por donde empezar a buscarlo. ¿Ves?
13 Cuando la humanidad se desvía y comienza a querer hacer las cosas por su propia cuenta, por lo que quieren hacer, por lo que piensan que deben de tener, se le conoce como ‘desarmonía’.
14 Mientras tanto, hay muchos otros concentrados en el afán de ayudar diciéndose a si mismos que ‘tienen y necesitan ayudar’ repitiéndolo a sí mismos constantemente. Eso tampoco es bueno, porque estás ‘queriendo’ hacer algo por interés.
15 Es estando en el centro, en donde uno se dice a si mismo: “Estoy en total equilibrio, por tanto estoy en total armonía”. ¿Para qué perder el tiempo forjando otro tipo de pensamiento?
16 Muchos piensan que al no pensar, han de dejar de (*)existir—no viendo que al dejar de existir es cuando uno se desata de cuanto se está atado. Uno está atado al querer estar, al querer ser, al querer vivir. Hasta el deseo de vivir es un deseo—cuando en realidad el balance se encuentra al no tener deseo alguno.
17 Si no tienes un deseo no tienes un pensamiento. Si no tienes un pensamiento dejas de existir. Al dejar de existir es cuando ves todo lo que es bueno, porque querer existir es un deseo. ¿Y dime si no estamos en el ciclo irremediable de la paradoja de la vida que es de donde no podemos salir porque nadie quiere dejar de existir?
18 Por eso hay perpetuidad. Porque aunque tú no quieras seguir (el ciclo), aquel otro, que es parte de tí, no quiere dejar de existir, creando una lucha entre el que no quiere y el que quiere dejar de existir.
19 Esto te lleva a una paradoja aún más profunda, en donde uno se pregunta: ¿Que estamos haciendo aquí? Esa ínfima parte de tí que se pregunta que estamos haciendo aquí es la que le da vida a ese movimiento de lo que es todo esto que es tan solo un deseo de querer existir.
20 Este ciclo se ha extendido por siglos y siglos. Es por eso que retornar al centro se ha convertido en un cuasi imposible. Así es como la creación toma su forma en perpetuidad—por ser un ciclo de querer existir, siendo esto un deseo. Todo esto se ha tornado en un espiral.
Fin del Transcrito 120908183503
Anotaciones:
Artículo 16— La frase “dejar de existir” no es, de ninguna manera, una invitación a terminar con la vida física. Quitarse su propia vida es una transgresión profunda contra el orden sagrado y nunca está implícito en estas palabras. Más bien, esta expresión señala hacia la práctica espiritual del desapego: una liberación de las ilusiones y ataduras del mundo material, permaneciendo al mismo tiempo plenamente vivo en lo físico. Es la invitación a disolverse en el Espíritu, a trascender las ataduras de lo corporal, mientras se continúa el viaje de la vida como un ente de luz sobre la Tierra. Se trata de trascender, no de abandonar la existencia.